La Película del celular que cambió sus vidas
Todo comenzó con una idea loca, de esas que nacen una tarde entre mates y charlas en el Parque Solari. Dany, un joven salteño apasionado por el cine, reunió a sus amigos bajo un árbol frondoso, con la mirada encendida por algo más que el sol del atardecer. Había soñado con esto desde niño, pero esa tarde decidió que ya no iba a esperar más.
—Vamos a filmar una película —dijo con convicción—. No importa que no tengamos nada. Tengo un guion, tengo el celular y los tengo a ustedes.
Sus amigos se miraron entre sí. Soledad, actriz de teatro comunitario, frunció el ceño.
—¿Y cómo vamos a filmar sin cámara, sin luces, sin un peso?
—Con lo que tenemos —respondió Dany—. Con el alma. Y con creatividad.
Y así, nació el proyecto “El Pescador del Tiempo”, una historia que comenzaba en el Parque del Lago, seguía por el José Luis y que, a través de un suceso misterioso, terminaba en el campamento de Artigas a orillas del Ayuí.
Usaron un celular común para grabar, improvisando cada técnica con objetos cotidianos. Pegaron el celular a una tabla y lo sostenían entre dos, caminando suavemente para simular los movimientos del cine profesional. A veces lo ataban con cinta a un carrito de supermercado para hacer tomas en movimiento. Todo se hacía con ingenio y esfuerzo.
La trama giraba en torno a un grupo de amigos que iban a pescar al Parque del Lago. Mientras compartían chistes, mates y tortas fritas al atardecer, uno de ellos, Tiziano, desaparecía misteriosamente luego de seguir una figura que veía moverse entre los árboles.
Lo siguiente que veíamos era a Tiziano despertando en un entorno completamente distinto. Carretas, lanzas, trajes antiguos. Estaba en el pasado. Nada menos que en 1811. Frente a él: José Gervasio Artigas, rodeado de su gente junto al río.
—¿Cómo llegué aquí? —preguntaba el personaje.
Y Artigas, con una voz profunda, le decía:
—Tal vez viniste para recordarles algo a los tuyos. Algo que hemos perdido.
En ese momento, le entregaba un cuaderno lleno de ideas, pensamientos y valores. No era un libro de historia, era un mensaje para el futuro.
Mientras tanto, en el presente, Soledad y Julián (el otro protagonista) recorrían los parques buscando a su amigo. Las escenas en el Parque José Luis eran intensas, con barro, charcos, viento y poca luz. Filmaban hasta la madrugada, con linternas y reflectores prestados por vecinos. El celular lo envolvían en una bolsa transparente cuando llovía, y usaban cartones blancos para reflejar la luz. Todo era artesanal, hecho con amor.
Hubo días de frustración. Una vez el celular se les cayó en el agua. Otra vez, un actor no pudo ir porque le surgió trabajo. Y más de una vez alguien se preguntó si valía la pena seguir.
—Esto es una locura —decía uno del equipo.
Pero Dany, con los ojos firmes, siempre contestaba lo mismo:
—Estamos construyendo algo más grande que nosotros. Aunque no salga perfecto, vamos a contar una historia que puede tocar corazones.
Después de meses de trabajo, entre esfuerzo, frío y solidaridad de vecinos que prestaban sus casas, herramientas y hasta comida, la película se terminó. La editaron en la computadora vieja de Dany, usando programas gratuitos y muchas horas de sueño perdidas. Subieron un tráiler casero a las redes, sin grandes expectativas.
Pero alguien lo vio. Un productor latinoamericano de Netflix lo compartió en una reunión, y unos días después, llegó el mensaje: “Queremos la película. Es única.”
En poco tiempo, El Pescador del Tiempo estaba en la plataforma. Traducida, doblada y con una leyenda que decía: “Hecha con un celular y un sueño.”
Dany, Soledad, Tiziano y todos los que participaron recibieron su parte. No solo en dinero, sino en respeto. Fueron invitados a festivales, entrevistados en radios y diarios, y lo más importante: demostraron que cuando se trabaja con el corazón, los recursos no son lo que define el éxito.
Tiziano, en una de las entrevistas, dijo algo que se volvió viral:
—No sabíamos si nos iba a ver alguien más que nuestras familias. Pero hicimos lo que amamos, y eso cambió nuestras vidas.
Enseñanza:
Esta historia nos recuerda que no hay excusas cuando uno tiene pasión. Que lo imposible se vuelve posible cuando se trabaja con entrega, con amigos y con amor por lo que se hace. Que a veces, un celular, una idea y el coraje de empezar son más poderosos que cualquier presupuesto. Y que los sueños, cuando se creen de verdad, pueden cambiar tu mundo… y el de los demás.
- 29/06/2025
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- Cuentos para antes de dormir
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